sábado, 21 de noviembre de 2015

La argumentación forma parte de nuestra vida, frecuentemente argumentamos en las discusiones con amigos, familiares y otras personas con las que intercambiamos ideas. Por ello es importante saber cómo argumentar y cómo reconocer los argumentos de otras personas.
Argumentamos con el propósito de ofrecer razones en favor o en contra de una propuesta, para sostener una opinión o rebatir la contraria, para defender una tesis, para disipar una duda o para apoyar una creencia. También argumentamos cuando aducimos valores o motivos para mover en cierta dirección el ánimo de una persona o de un auditorio, cuando queremos justificar con razones una decisión, cuando queremos descartar una opción.

                                  

Caracterización del argumento

Es importante que aprendamos a identificar qué es un argumento, ya que este conocimiento nos ayudará a desarrollar destrezas que nos permitirán presentar pruebas para apoyar lo que sostenemos y darnos cuenta de la forma como otras personas defienden o apoyan sus tesis o sus creencias.
Un ejemplo de un argumento es el siguiente: "Como el precio de los departamentos es caro y los intereses son altos, hoy es un mal momento para comprar un departamento"
Este argumento podemos clarificarlo de la siguiente manera:
(1) El precio de los departamentos es caro
(2) Los tipos de interés son altos
(3) Por lo tanto, hoy es un mal momento para comprar un departamento
(1) y (2) constituyen las premisas y (3) constituye la conclusión.
Como podrás observar, en este argumento podemos distinguir dos partes, las afirmaciones mediante las cuales ofrecemos nuestras razones, (1 y 2) se llaman premisas y la afirmación a favor de la cual damos razones (3) se llama conclusión.
Las afirmaciones que forman parte de este argumento o razonamiento se llaman proposiciones, son importantes porque son las unidades que utiliza la lógica para formar argumentos.
Una proposición es un enunciado en el que se afirma o niega algo de algo, siendo por ello susceptible de ser verdadero o falso. En nuestro lenguaje las proposiciones se expresan mediante oraciones declarativas.
En el argumento anterior, tenemos las siguientes proposiciones:
El precio de los departamentos es caro. (premisa)
Los tipos de interés son altos. (premisa)
Hoy es un mal momento para comprar un departamento. (conclusión)
Con estos elementos podemos ahora definir lo que es un argumento. Un argumento es un conjunto de dos o más proposiciones relacionadas de tal manera que las proposiciones llamadas premisas apoyan a la proposición llamada conclusión. Otra manera de caracterizar un argumento es definirlo como un conjunto de enunciados declarativos, uno de los cuales se designa como la conclusión y los otros como las premisas.

Estructura del argumento

Todo argumento posee una estructura que está formada por las premisas y la conclusión. Sin embargo, tomada aisladamente ninguna proposición es en sí misma una premisa o una conclusión.
Una proposición es una premisa sólo cuando aparece como un supuesto de un razonamiento y una proposición es una conclusión cuando aparece en un razonamiento en el que se afirma que se desprende de las proposiciones que aparecen como premisas.
En los argumentos existe una conexión lógica o un paso de las premisas a la conclusión, esa conexión se llama inferencia y sobre ella se apoya el argumento.
Los argumentos son relevantes para persuadir y demostrar. Las proposiciones son afirmaciones importantes para la estructura lógica del discurso. Una proposición puede expresar una verdad y no convencer a nadie.
Nos preguntaremos ahora ¿cómo podemos reconocer premisas y conclusiones?
No siempre es fácil identificar las premisas y la conclusión en los argumentos. A veces las premisas y la conclusión se encuentran entremezcladas, de tal manera que es necesario aprender a reconocerlas.
Nicolás Capaldi, en su obra Cómo ganar una discusión, nos proporciona reglas que nos pueden ser útiles para identificar premisas y conclusiones. Veamos las siguientes:
Regla 1. No identificar premisas y conclusiones por su contenido
Regla 2. No identificar premisas y conclusiones por su posición o ubicación dentro de un párrafo. Por diversas razones premisas y conclusiones pueden aparecer en cualquier lado.
Regla 3. La aparición de la siguiente palabra o palabras al comienzo de una proposición significa que dicha proposición entraña una conclusión: por lo tanto, por ende, así que, de ahí que, en consecuencia, se deriva, por consiguiente, como resultado, luego, entonces, llegamos a la conclusión.
Regla 4. La aparición de la siguiente palabra o palabras al comienzo de una proposición significa que dicha proposición entraña una premisa: puesto que, ya que, como, en tanto que, dado que, por cuanto, viendo que, a partir de, porque, y, sea como fuere, pero, en efecto.
Regla 5. Es conveniente poner de manifiesto las premisas y conclusiones implícitas o faltantes.
Analicemos el siguiente ejemplo: Fox es un extranjero, así que no se le permite votar.
Podemos identificar a la conclusión como la parte que sigue a la partícula así que, de tal manera que la primera parte constituye una premisa. Sin embargo, hay una premisa obvia que no está enunciada y es la siguiente: a los extranjeros no se les permite votar. Tomando en cuenta esta premisa, el argumento completo quedaría de la siguiente manera:
A los extranjeros no se les permite votar.
Fox es un extranjero.
Así que a Fox no se le permite votar.

                                                                   

Requisitos para construir un buen argumento

Ahora que sabemos qué es un argumento, cuáles son sus partes y cómo podemos identificar premisas y conclusiones nos preguntaremos cómo podemos aprender a argumentar bien.
El filósofo francés René Descartes, en su obra Discurso del método, nos a conseja poner en práctica los siguientes preceptos:
1. No aceptar nada como verdad sin haberlo demostrado.
2. Dividir el problema o las dificultades en tantas partes como sea posible, hasta lograr su comprensión.
3. Ordenar los pensamientos y argumentos empezando por los más simples y fáciles, hasta llegar a los más complejos y difíciles.
4. Realizar enumeraciones integrales y revisiones tan completas que nos permitan estar seguros de no haber omitido nada.
Tomando en cuenta las observaciones de Descartes y de otros autores de la corriente del pensamiento crítico, podemos señalar qué debemos tener en cuenta para hacer buenos argumentos.
Podemos construir un buen argumento cuando:
a) Nos limitamos o ceñimos a la cuestión o tema que queremos debatir,
b) Ofrecemos razones sólidas, y
c) Nuestro argumento está protegido de posibles refutaciones.

TIPOS DE ARGUMENTOS.


                      Argumento deductivo.



Es aquel cuya conclusión deriva de manera necesaria de sus premisas, a esta propiedad exclusiva de este tipo de argumento se le denomina validez. 
En un argumento deductivo la inferencia es más fuerte que en los argumentos inductivos. Esto se debe a que el contenido informativo de la conclusión está ya en las premisas, es decir, en la conclusión no se obtiene información nueva. La conclusión sólo hace explícito algo que ya se dice en las premisas, aunque de una manera implícita. Veamos el siguiente ejemplo:



•  Todos los gatos maúllan


•  Félix es un gato
- Félix maúlla
Como podemos observar, lo que concluimos está ya contenido en las premisas, así inferimos que Félix maúlla sobre la base de que en las premisas se nos ha afirmado que "Todos los gatos maúllan".
En el argumento deductivo es irrelevante el contenido, pues lo único que interesa es la forma o estructura, es decir, verificar si hay una relación lógica entre las premisas y la conclusión, si las premisas ofrecen un apoyo suficientemente fuerte para afirmar la necesidad de la conclusión.
En el argumento deductivo no es importante ni necesario verificar si las premisas son verdaderas o falsas, pues esto depende del contenido y es objeto de estudio de las otras ciencias particulares. Lo que nos importa es determinar si es una estructura válida.

              Argumento inductivo.

Es aquel en el que a partir de la observación de un cierto número de casos particulares, se generaliza en la conclusión las propiedades que se predican en las premisas con respecto a los objetos observados de una clase dada, a todos los miembros de la misma. Tal generalización vale no únicamente para los casos que hemos observado, sino para todos los de su especie, es decir, aún para los que no hemos observado. Veamos un ejemplo:
•  El león es un felino y tiene garras
•  El tigre es un felino y tiene garras
•  El puma es un felino y tiene garras
•  n.
- Probablemente, todos los felinos tienen garras

En este caso observamos a ciertos individuos particulares: león, tigre, puma y n., los cuales pertenecen a la clase de los felinos, observamos que todos ellos tienen en común la propiedad de tener garras, y entonces inferimos que, con base en nuestras observaciones, probablemente todos los miembros de la clase felino tienen garras.
La forma del argumento inductivo sería la siguiente:
•  El individuo pertenece a la clase y tiene la propiedad P
•  El individuo B pertenece a la clase y tiene la propiedad P
•  El individuo C pertenece a la clase y tiene la propiedad P
•  n.
- Probablemente todos los individuos de la clase X tienen la propiedad P

Hay algo que es importante destacar al caracterizar el argumento inductivo, a diferencia del argumento deductivo, el apoyo que las premisas dan a la conclusión es más débil. En un argumento inductivo, si las premisas son verdaderas, la conclusión tendrá más probabilidad de ser verdadera; mientras que en un argumento deductivo, si las premisas son o se suponen verdaderas, la verdad de la conclusión se infiere con absoluta necesidad. Por esta razón, se dice que la inferencia en los argumentos inductivos es más débil, mientras que en los deductivos es más fuerte.
En todos los argumentos inductivos, la conexión entre las premisas y la conclusión sólo permite suponer, en el mejor de los casos, que si todas las premisas son verdaderas, entonces es probable que la conclusión también lo sea. Si las premisas proveen un apoyo adecuado a la conclusión, es decir, si son verdaderas y se ha analizado un número suficiente de casos, entonces decimos que es un argumento correcto.

               Argumento analógico.

Consiste en observar ciertas características semejantes entre dos o más objetos, para después inferir, sobre esa base, una propiedad que desconocemos en uno de ellos.
Los argumentos analógicos no pueden clasificarse como "válidos" o "inválidos" como los deductivos, lo que se pretende con ellos es una conclusión que tenga una cierta probabilidad (en esto se parecen a los argumentos inductivos).
La estructura del argumento analógico es la siguiente:
•  Los individuos A, B, C y D tienen todos las propiedades P y Q
•  Los individuos A, B y C tienen todos la propiedad R
- Probablemente tiene la propiedad R
Pongámosle contenido a la estructura anterior:
•  "Berenice", "El gato negro", "Los anteojos" "La caída de la casa de Usher" son cuentos de Edgar Allan Poe
•  "Berenice", "El gato negro" "Los anteojos" me han gustado mucho
- Probablemente "La caída de la casa Usher" también me gustará mucho.
Como podemos observar, la analogía lógica consiste en trasladar las propiedades de un objeto ya conocido a otro que es semejante y tratamos de conocer.

                           


                        Argumento abductivo





Es un tipo de razonamiento que a partir de la descripción de un hecho o fenómeno ofrece o llega a una hipótesis, la cual explica las posibles razones o motivos del hecho mediante las premisas obtenidas. Charles Sanders Peirce la llama una conjetura. Esa conjetura busca ser, a primera vista, la mejor explicación, o la más probable.
Aristóteles investigó los razonamientos abductivos en sus primeros analiticos. Según Aristóteles, los razonamientos abductivos son silogismos en donde las premisas sólo brindan cierto grado de probabilidad a la conclusión.
Según Peirce, la abducción es algo más que un silogismo: es una de las tres formas de razonamiento junto a la deducción y la inducción.